El hombro es una de las estructuras más complejas de nuestro cuerpo, compuesto por diferentes articulaciones, músculos y tendones. Debido a esto y a su amplio rango de movimiento, el hombro es una de las articulaciones que más lesiones sufre, entre las que destaca la más frecuente, la tendinopatía del supraespinoso.
El músculo supraespinoso es uno de los principales componentes del manguito rotador del hombro. Se origina en la fosa supraespinosa de la escápula y su tendón se inserta en el troquíter, el tubérculo mayor del húmero. Es esta zona de inserción el área más habitualmente afectada en este tendón. La tendinopatía del supraespinoso, por tanto, es la alteración de la estructura del tendón del músculo supraespinoso, el cual es encargado de realizar la elevación del hombro en sus primeros grados del movimiento. También participa en la elevación lateral y en la rotación externa de la articulación. El músculo supraespinoso, además, es uno de los encargados de darle estabilidad al hombro en todos sus movimientos.
La tendinopatía del supraespinoso también conocida como tendinitis del supraespinoso es la más frecuente dentro de las lesiones tendinosas de todo el sistema músculo-esquelético del cuerpo humano. Esta lesión aparece con más frecuencia en deportistas y trabajadores que realizan movimientos repetitivos del brazo por encima de la altura del hombro, llamados movimientos ‘overhead’. La realización de estos movimientos de manera repetida y continua en el tiempo es la principal causa de la tendinopatía del supraespinoso.
El principal síntoma de esta lesión es el dolor al elevar el brazo, que se extiende muy frecuentemente desde el hombro hacia la cara lateral del brazo y el codo. El dolor suele aparecer en gestos cotidianos como al quitarse una camiseta, desabrocharse el sujetador, empujar para abrir una puerta o cambiar de marcha en el coche. Otro síntoma muy frecuente es la pérdida de fuerza para levantar y sostener objetos con el brazo estirado.
En cuanto al tratamiento de fisioterapia, el principal objetivo es siempre reducir el dolor y devolver la funcionalidad al hombro, alcanzando unos niveles de fuerza adecuados y adaptados a los requerimientos del paciente en su día a día, bien en su trabajo o bien en el deporte que practica. Para conseguir este objetivo tenemos varias opciones terapéuticas, siempre priorizando el tratamiento conservador frente a la cirugía. La herramienta más importante e imprescindible de todas es el ejercicio terapéutico, que debe estar presente siempre durante todo el proceso de recuperación. Otras de las herramientas terapéuticas muy efectivas para conseguir reducir el dolor, la inflamación y promover la regeneración del tejido son la terapia manual, la diatermia, las ondas de choque, la punción seca, la electrólisis (técnica EPI), la neuromodulación (en este caso, principalmente del nervio supraescapular) o la infiltración de PRP, entre otras.
El tratamiento de fisioterapia debe ser siempre individualizado para cada paciente, y se prolongará hasta la mejora total de los síntomas. En caso de no conseguir los objetivos con el tratamiento conservador, podría indicarse la intervención quirúrgica.